El aporte del Movimiento me parece que ha sido muy importante y sumamente positivo. Esto se destaca muchísimo más teniendo en cuenta su muy limitada presencia, tanto en tiempo como en número de personas. También hay que añadir que la situación en que han realizado su tarea ha sido especialmente difícil: situación de una gran opresión de la gente del barrio, comienzo de la presencia de la Iglesia en el lugar, situaciones muy poco humanizadas en la mayoría de los catequistas (núcleo principal con el que se trabajó).

En estos últimos tres años la comunidad ha crecido en forma muy notoria, tanto exterior como interiormente. Y eso se produjo, en gran parte, debido a la presencia y al trabajo de las personas del Movimiento.

La influencia positiva ha sobrepasado las fronteras del barrio. Se ha sentido de forma clara en el Movimiento Catequístico "Familia de Jesús", en el que participan catequistas de cinco centros más, vecinos a San Atilio. En este momento forman parte de él algo más de cien catequistas.

Esta influencia se ha debido a la presencia de Cecilia en los encuentros de coordinadores y campamentos, a las jornadas y retiro animados por personas o grupos del Movimiento, al trabajo de los catequistas de San Atilio y, de forma importante, a lo que yo he recibido y asimilado del Movimiento y que afecta a todo el trabajo pastoral, tanto con los catequistas como con las comunidades de los otros barrios. Es muy probable que esa influencia tenga sus principales efectos en el futuro.

A la hora de concretar en qué se ha sentido la influencia del Movimiento, me parece que se pueden mencionar cuatro aspectos fundamentales:

• El lugar destacado que ocupa la Palabra: En cada encuentro, en cada tiempo de oración, en la vida y oración de cada día de los catequistas. Además, una nueva forma de encuentro con Dios en la Palabra, más vital, confiada y comprometida.

• Una nueva forma de oración: Una oración más espontánea y comunitaria. La valoración intensa de los tiempos de oración en la vida del cristiano y del catequista. Un lugar más destacado para la oración en cada encuentro con catequistas, con niños, con padres. Una forma más viva de hacer del canto, oración.

• Un clima de acogida y de fraternidad: Desde el cariño y la calidez humana. Desde una cercanía no fingida. Desde una preocupación muy visible de ser amoroso con todos. Desde una disponibilidad a ser el primero en el trabajo.

• Un nuevo estilo pastoral: Con un acompañamiento (pastoral) personal lo más cercano posible. Con una valoración de cada persona y potenciación de sus carismas. Con una atención especial a los signos que van apareciendo. Con un criterio de profundidad por encima de la amplitud. Con sentido de proyección histórica: programación, evaluación, paciencia. Con un criterio claro de no plantar lo que no se puede cuidar, de no suscitar lo que no se puede contener. Con una preocupación especial por los que tienen momentos de dolor o de dificultad.

En lo que se refiere a mí personalmente, el Movimiento me ha aportado mucho en los aspectos que he señalado. He podido notar en mí una gran transformación a lo largo de los últimos años, y siento que, en gran medida, esa transformación se ha dado por el contacto, el conocimiento y la influencia de personas del Movimiento.