MARÍA EN LA IGLESIA

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El Centro de la historia

La Iglesia honra a María como la Madre de Jesús, el Hijo de Dios que se hace "hijo del hombre". De ella hablan los santos Padres y teólogos de la Iglesia. Uno de ellos se expresa así:

"Cristo quería hacerse hombre sin el concurso de un padre humano. Así lo había dispuesto el plan divino, que tenía especiales razones para ello. Pero el Salvador no vendría sin el concurso de una madre humana, gracias a la cual fuera introducido en la serie de las generaciones humanas y de su historia.

"María, pues, concibe al Salvador en su seno, y, dándole a luz verdaderamente, lo une vitalmente con todo el linaje de los hombres (cuya naturaleza había asumido Él por medio de nuestra Señora) y con toda su historia. En María, la Madre, el Hijo del Dios suprahistórico se convirtió en el centro de la historia humana.

Y esta historia adquirió lo que los hombres siempre habían buscado en vano: un centro y una orientación. Y la razón precisa es que Cristo no puede ser una parte y un miembro de tantos en el decurso de la historia, sino el punto en el cual toda la historia pasa a ser partícipe de la eternidad.

"La historia de los hombres quedó divinizada, mas —por ahora— sin dejar de ser historia humana. Pero algún día, cuando de esa historia (gracias a su vinculación —en Cristo— con la eternidad) se hayan forjado los designios que determinan a la eternidad única, entonces la historia humana quedará totalmente 'elevada' y 'absorbida' por la definitividad de Dios: en Jesucristo, con quien la historia se encontró abiertamente en María, el cual la tomó y la convirtió en la historia 'humano-divina' de su Iglesia".

(O. Semmelroth).