El amor de Jesús pasó por mi inteligencia

El Señor pasó por mi inteligencia en el año 1979. Cuando tenía 6 años me caí de una hamaca y el golpe afectó mi cerebro. Comencé a tener muchos problemas de aprendizaje, porque tenía dificultades para razonar y comprender. Mis padres me llevaron a una escuela de rehabilitación (al mismo tiempo que iba a la escuela primaria), donde averiguaron mi coeficiente mental, que resultó ser un año menor a lo normal.

Yo mucho no comprendía lo que me pasaba, sólo sabía que no podía pensar como mis compañeras y eso me torturaba muchísimo. Como no podía expresarme como yo quería, trataba de hablar muy poco, casi lo indispensable. Así transcurrió la primaria.

Y llegó lo más difícil: la secundaria. El médico les había dicho a mis padres que "podría" ser que terminara 5º año, pero que no creía que siguiera alguna carrera terciaria. La secundaria fue una cruz muy grande, me desesperaba porque yo notaba la diferencia con mis compañeras y, aunque me pasaba todo el día estudiando, había siempre una barrera, que nunca podía superar.

Cuando entré al Movimiento yo estaba sola y muy mal interiormente. Me sentía realmente fracasada. Durante mucho tiempo había abierto puertas sin encontrar nada.

El 3 de junio de 1979 decidí abrir la última puerta. Si no resultaba bien, había decidido renunciar y rendirme para siempre.

¡Fue tan grande mi sorpresa! ¡Esta vez sí encontré algo! Era algo que no podía explicar pero me llenaba de alegría y amor al mismo tiempo, y me sentí feliz porque nunca antes había experimentado algo así. La esperanza volvió a mi corazón y recuperé energías para seguir luchando.

Entonces, en mi segunda reunión que tuve en el grupo de oración, me animé a decirle al Señor en mi interior: "Señor, ayúdame a ser como mis compañeras, no quiero ser muy inteligente, sino normal".

Yo estaba cursando 4º año. El primer día de clase después de esta oración, el Señor se manifestó. Comencé a comprender lo que estudiaba y empecé a ver buenos frutos en las lecciones y en las pruebas. Podía razonar mejor que antes, captaba las cosas con mayor rapidez y eso me hacía plenamente feliz.

Ese año no me llevé ninguna materia (siempre me había llevado 5 o 6 por año). ¿Cómo había hecho? No sabía, pero lo importante era que ahora me sentía como una persona normal. ¡Me recibí de Perita Mercantil y con buen promedio!

Todos los que me conocían y mi propia familia se asombraron muchísimo. Cuando comencé a conocer mejor al Señor y supe de su gran poder, comprendí que Él había escuchado aquella oración donde yo había puesto mi última gota de esperanza. El amor de Jesús había pasado por mi inteligencia. Entonces comprendí que todo lo que se pida en oración con fe, será dado.

Señor, realmente no hay alabanzas en mi corazón que alcancen para agradecerte lo que has hecho por mí. Gracias, Señor, porque si estoy en 2º Año de Maestra Jardinera es sólo porque Vos, con tu Amor y Poder, pasaste aquel año por mi inteligencia.

Hermanos, alabemos a Jesús, nuestro Señor, porque como hijos suyos, nunca nos niega lo que le pedimos con fe y amor. Gracias, Señor Jesús. Te amo.

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce

Patricia A.
Cristo Vive Aleluia!
Nº 38, p. 30 (1983)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.