El Amor sana

Un 17 de marzo me operaron de la mano derecha. Tuve una mala recuperación y me hicieron muchos tratamientos, pero no podía moverla y me dolía mucho. Me sentía muy mal, no podía hacer nada, y todo esto se lo cuestionaba al Señor. No entendía por qué me había hecho eso.

En la jornada de Pentecostés, que el Movimiento celebró el 14 de mayo, comprendí que el Espíritu Santo puede hacer y hace maravillas. En la historia de la Iglesia había sanado a leprosos, paralíticos y ciegos, y también podía hoy sanarme a mí. Ese día oré y oré pidiendo a Jesús su perdón por mi desconfianza, y para que enviara al Espíritu de Amor y así ser sanada.

Después de orar me sentí llena del Señor y de su amor, y comprobé que había sido sanada y podía mover la mano sin dificultad. Entre lágrimas de alegría, mi corazón estalló en alabanzas y bendiciones, y comprendí que Jesús nos envía toda clase de bendiciones que nos manifiestan su amor.

¡Bendito sea Jesús, que nos ungió con su Amor! ¡Bendito sea por enviarnos al Espíritu Santo, que obra maravillas en nosotros!

Este Pentecostés fue para mí ver realizadas las promesas de Dios: el envío del Espíritu, que me sanó y me llenó del amor de Cristo.

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce

Gabriela P. (16)
Cristo Vive Aleluia!
Nº 15, p. 19 (1978)


© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.