Hoy hace falta renovar esta alianza entre
la especie humana
y el medio ambiente, reflejando
en mayor medida
el amor creador y redentor de Dios










Cuando en vez
de colaborar
con Dios Creador,
lo suplantamos caprichosamente, rompemos
el delicado orden
de la Creación
y terminamos provocando
tarde o temprano
la rebelión de
la Naturaleza tiranizada

A veces vemos solamente la crisis espiritual,
o la moral, o la social, o económica, o alimentaria, pero la crisis ambiental va a acabar con todas las otras,
y con nosotros mismos










El punto de partida es desarrollar la conciencia ecológica para que se pueda expresar en iniciativas concretas


La crisis ecológica nos brinda
la oportunidad histórica de
cambiar el modelo de desarrollo global para seguir
un rumbo
más respetuoso
de la Creación
y de un desarrollo humano integral
en el amor










El tiempo es hoy: moviliza
la imaginación
de la caridad

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 175
 

Ser profetas de una salvación ambiental solidaria
 Todavía tenemos la oportunidad de evitar la extinción de la especie humana

El Espíritu sopla fuerte en estos días, y de diversas maneras. Quisiera comunicarles algunas certezas y propuestas que me inspiraba la Carta del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Paz 2010, bajo el lema "Si quieres promover la paz, protege la creación" (Benedicto XVI), y que trabajamos en nuestra Jornada Ambiental para un Mundo Nuevo (Ituzaingó, Corrientes, 1 de mayo de 2010).

1. La Tierra es nuestro hogar común

Mares, bosques, montañas, playas, flores, animales, seres humanos… Al contemplar la belleza de la Creación, aprendemos a reconocer el amor del Creador.

Dios creó el mundo según su sabiduría (cf. Sab 9,9). El universo no es el producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del puro azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios, que ha querido hacer participar a las creaturas de su Ser, de su sabiduría y de su bondad: «Porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado» (Ap 4,11). «¡Cuán numerosas son tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría» (Sal 104,24). «Bueno es el Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras» (Sal 145,9) (ver Catecismo 295). En estos tiempos acelerados que vivimos, muchas veces sumergidos en nuestras realidades urbanas, aprendamos a valorar la Creación como un don de Dios para la humanidad.

En el comienzo, «el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara» (Gn 2,15).

Ya desde el inicio todos somos responsables de la protección, el cuidado y el desarrollo de la Creación. Esto debemos tenerlo claro: nuestra responsabilidad humana, como hijos de Dios, excede la de meros habitantes del planeta. Nuestro deber es ejercer un gobierno responsable y solidario sobre la Creación, protegiéndola y cultivándola.

Por eso existe una relación inseparable entre el Creador, su Creación, y la humanidad. Hoy hace falta renovar esta alianza entre la especie humana y el medio ambiente, reflejando en mayor medida el amor creador y redentor de Dios.

[hablada en español, conviene descargar subtítulos]

Ya en 1965 afirmaban los Padres conciliares: «Dios ha destinado la Tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las que sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legítimas de los pueblos según las circunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes. Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás» (Gaudium et spes 69).


2. Perspectivas escalofriantes en el horizonte

Tal como lo leen (el título es de Benedicto XVI). Notemos su urgencia. Es que ya no podemos permanecer indiferentes ante lo que pasa alrededor, porque la degradación de cualquier parte del planeta y de cualquier persona nos afecta a todos. Cuando los hombres y mujeres, en vez de colaborar con Dios Creador, lo suplantamos caprichosamente, en general rompemos el delicado orden de la creación y terminamos provocando tarde o temprano la rebelión de la Naturaleza tiranizada.

Si llamamos modelo de desarrollo al conjunto de condiciones socioeconómicas y estructurales necesarias para avanzar por una senda de desarrollo humano y crecimiento económico sostenido, hoy todos nos damos cuenta de que algo anda muy mal con el modelo de desarrollo que está vigente desde hace unos siglos y que se sigue globalizando. Hoy vemos de cerca los peligros de descuidar y abusar de la Tierra.

¿Cuál es el estado de salud ecológica del planeta? Señalemos brevemente diez problemas que indican una crisis ecológica (cada uno podría ocuparnos bastante tiempo):

• El cambio climático (la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional, debida tanto a causas naturales como de origen humano).

• La desertificación (proceso de degradación en que el suelo fértil y productivo pierde total o parcialmente el potencial de producción, a causa de la destrucción de su cubierta vegetal, de la erosión del suelo y de la falta de agua, el cultivo y pastoreo excesivos o la deforestación).

• El deterioro de las zonas agrícolas o áreas cultivables (degradación debida al cultivo intensivo, al pastoreo excesivo, la compresión del suelo, el uso excesivo de fertilizantes y biocidas).

• La contaminación del agua (introducir materiales o inducir condiciones en el agua que directa o indirectamente impliquen una alteración perjudicial de su calidad en relación a sus usos posteriores o sus servicios ambientales).

• La pérdida de biodiversidad y la extinción de especies (reducción de la variedad de especies animales y vegetales en su medio ambiente, o su desaparición. La biodiversidad es una de las riquezas más grandes del planeta, y la menos reconocida).

• El aumento de los eventos naturales extremos (que no se repiten con frecuencia: avalanchas, olas de calor o de frío, granizo, hambrunas, huracanes, incendios forestales, inundaciones, sequías, tornados, tsunamis, etc).

• La deforestación de las selvas tropicales (las talas realizadas por la industria maderera o para la obtención de suelo para la agricultura. Puede afectar mucho a la cantidad de lluvia caída).

• Los refugiados ambientales (son consecuencia del calentamiento global, se estima que existirán 150 millones de refugiados para el año 2050, debido principalmente a los efectos de las inundaciones costeras, la erosión costera y los trastornos agrícolas).

• Los conflictos por el acceso a los recursos naturales (los países más fuertes, apoyando a sus multinacionales, pasarán de negociar los recursos —como el petróleo, agua potable, pesca— que extraen de los países más débiles, al conflicto por este patrimonio).

• El agotamiento de los recursos naturales no renovables (son generalmente depósitos limitados de minerales o hidrocarburos, carbón, madera, agua, etc.).

A veces en el trajín cotidiano vemos solamente la crisis espiritual, o la moral, o la social, o económica, o alimentaria, pero la crisis ambiental va a acabar con todas las otras, y con nosotros mismos; es como más urgente aunque inseparable de las otras. Es cierto que las crisis actuales (política, económica, alimentaria, ambiental, energética, social…) son también en el fondo crisis morales interrelacionadas. Obligan a replantear nuestro modo de vivir, eligiendo la sobriedad y la solidaridad, con nuevas reglas y compromisos. Sólo así la crisis ambiental podrá ser ocasión de discernimiento y renovación.

Pero hoy tenemos una urgencia importante (el reloj avanza): Como humanidad, y también como creyentes, tenemos la responsabilidad de defender la tierra, el agua y el aire, que son dones de Dios para todos. Ante todo para proteger a la humanidad del peligro de autodestruirse. Todavía podemos salvarnos como especie. Todavía tenemos la oportunidad de evitar la extinción de la especie humana. ¡Una gran oportunidad de solucionar las crisis de raíz promoviendo concretamente un Mundo Nuevo y una Civilización del Amor!

3. Revisión de estilos de vida y modelos de desarrollo

Bueno, espero que a esta altura ya estemos convencidos de que hay que hacer algo ahora mismo. Hablamos de revisar nuestro estilo de vida, de replantear nuestro modelo de desarrollo, buscando un desarrollo humano integral y con responsabilidad en el uso del entorno natural. Tenemos la oportunidad de legar a las futuras generaciones un futuro mejor para todos. Notemos bien la íntima relación que existe entre la lucha contra el deterioro ambiental y la promoción de un desarrollo humano integral.

El punto de partida es desarrollar la conciencia ecológica para que se pueda expresar en iniciativas concretas. La humanidad necesita una profunda renovación cultural. Hemos de educar para construir la paz, a partir de profundas opciones personales, familiares y comunitarias. Educar en la responsabilidad ecológica, incluyendo la ecología humana: la inviolabilidad de la vida, la dignidad de la persona, la misión de la familia. Pasar de una lógica localista egoísta a una perspectiva humana global.

En esto tenemos que cuidarnos de no exagerar y caer en el ecocentrismo o biocentrismo, que son ateos y paganos. El ser humano no es una criatura más entre otras, es el guardián y administrador responsable de la Creación, y no debe abusarse de esta misión pero tampoco renunciar a ella.

La crisis ecológica nos brinda la oportunidad histórica de cambiar el modelo de desarrollo global para seguir un rumbo más respetuoso de la Creación y de un desarrollo humano integral en el amor. Esta bandera es bien nuestra y podría convocar a mucha gente de buena voluntad. El testimonio que los creyentes eco-coherentes demos en este campo podría hacernos creíbles en el anuncio de Jesucristo y del amor del Padre desde las comunidades discipulares de salvación y civilización.

Resulta sensato entonces —como pide el Papa— hacer una revisión profunda y con visión de futuro, del modelo de desarrollo, reflexionando sobre el sentido y finalidad de nuestra economía (personal, familiar, comunitaria y nacional), para corregir sus disfunciones y distorsiones.

El deterioro ambiental que vemos cuestiona seriamente nuestros comportamientos, estilos de vida, y modelos de producción y consumo, porque revela que son insostenibles social, ambiental y económicamente. Hay que buscar una gestión social y del medio ambiente y los recursos que sean solidarios y sostenibles en el tiempo. Llegó el momento de cambiar de mentalidad y adoptar nuevos estilos de vida. Tenemos que consumir y ahorrar pensando en la comunión con los demás para lograr un desarrollo común.

Respecto de la crisis energética, puntualmente, hay que favorecer la sobriedad, disminuyendo el consumo excesivo y el derroche. Tomar conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida. Buscar y promover energías alternativas, sustentables y no contaminantes: solar, hidráulica, eólica, etc. ¿Qué interés mostramos en las medidas que toman nuestras autoridades en materia de residuos, reciclado, contaminación, etc?

Toda decisión económica tiene consecuencias morales. Por eso la actividad económica y productiva tiene que respetar más el medio ambiente, previendo los costos ambientales y sociales.

4. Pistas concretas para trabajar

El tiempo es hoy. Tenemos que superar toda reacción de desesperanza ("¡no puedo hacer nada!") y movilizar la "imaginación de la caridad". Podemos señalar un camino concreto de salida de esta situación con el siguiente esquema:

Camino concreto de salida

a) Partamos de la permanente investigación e información sobre los temas que nos interesen. Leer, buscar, enterarse, comparar, verificar personalmente, compartir en grupos, divulgar los datos, etc. Conectarse con personas y grupos de intereses similares. Informar a la opinión pública y a las diversas autoridades de muchas formas. Buscar asesoramiento y protección legal ante eventuales "afectados" en desacuerdo. Ser levadura en la masa. No moverse solamente por el temor al apocalipsis ambiental, sino buscando la solidaridad mundial en el amor y la justicia.

b) Esto irá aumentando nuestra presencia y formando nuestra conciencia ambiental y solidaria. Vamos haciendo opciones y estableciendo convicciones. Es la conversión ecológica. La solidaridad necesaria es doble, nos recuerda el Santo Padre:

Solidaridad intrageneracional (dentro de nuestra generación): entre ricos y pobres, entre desarrollados y postergados, ya sean personas, familias, barrios, ciudades, provincias, naciones, continentes. El que tiene de más, buscar compartirlo con el que no tiene.

Solidaridad intergeneracional (entre generaciones): no podemos desentendernos y desinteresarnos, y pasarle a las próximas generaciones los costos de nuestro uso de los recursos ambientales comunes.

c) Cuando es necesario y conveniente hará falta expresar el testimonio mediante la movilización social pacífica, contrarrestando la influencia secreta de las fuerzas del dinero y del poder, que muchas veces operan en las sombras. Recordemos la marcha por la familia del 13/7/10 en Buenos Aires. No ser ingenuos, hay un sistema mundial egoísta y corrupto que cambiar, y no va a ser fácil. No basta con votar cada dos años. Aprender a hablar y escribir a los responsables que deben decidir los cambios. Proponer modelos positivos para inspirarse. Aprender también a congregarse, opinar, manifestarse, cuidarse, desconcentrarse, etc. Ponerse a la opinión pública —y a los medios— a favor y no en contra.

d) Un primer objetivo de la movilización es la defensa o el avance de la legislación y las normativas. Es importante saber quiénes deciden por nosotros, qué piensan, qué proponen, y apoyarlos o no en las elecciones o votaciones. Es importante saber qué normas están vigentes y pensar cómo podrían mejorar, proponer borradores, etc. Volantes, debates, movilizaciones, gestos, etc.

e) Un segundo objetivo de la movilización es colaborar en la necesaria renovación educativa, velando por los contenidos, prácticas, etc. Las escuelas son potencialmente grandes aliadas, tenemos que premiar a las buenas y ayudar a las atrasadas. Concientizar y apoyar a los docentes. Resistir las leyes inicuas. Expresarse en las reuniones de tutores. Visitas, charlas, Expos, etc.

f) El tercer objetivo de la movilización es influir sobre las empresas del mercado, velando por los productos, procesos, residuos, trato al personal, etc. Las empresas viven del mercado y cuidan su imagen, como creyentes consumidores tenemos que premiar a las buenas y repudiar claramente a las malas. Felicitar sus compromisos sociales y ambientales. Denunciar los productos nocivos, etc. Volantes, movilizaciones, etc.

g) Todo esto nos permitirá colaborar con la sociedad para que podamos en conjunto alcanzar y mejorar un control eficaz sobre la temática del desarrollo humano sostenible a nivel social y ambiental.

Algunos temas concretos para ponerse a trabajar:

— Aprovechar mejor la energía solar

— Cuidar el ciclo del agua

— Favorecer el desarrollo rural de la familia agricultora

— Ordenar la gestión de los bosques

— Mejorar el tratamiento de los residuos

— Aprovechar las sinergias entre la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la pobreza

— Proponer mejores políticas municipales, provinciales y nacionales

— Promover formas de producción agrícola e industrial que respeten el orden de la Creación

— …

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce

Carlos E. Yaquino,
Cristo Vive Aleluia!
Nº 175, p. 17 (2010)

Carlos es autor del libro Discernir lo que agrada al Señor, publicado por la Editorial de la Palabra de Dios (de reciente reedición). En setiembre de 1975 participó del lanzamiento de la revista Cristo Vive ¡Aleluia! Se casó en 1983 con Patricia Smiles, y tienen cuatro hijos. Desde 1987 trabaja como ingeniero electrónico en la provincia de Corrientes. Con su esposa, lleva adelante la pastoral de la zona de misión Ituzaingó.

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.