Cristo Vive ¡Aleluia! N° 136
 

Anunciar en la calle

En la zona sur del Gran Buenos Aires, durante el tiempo anterior a la Pascua, grupos de jóvenes salen a las calles cada año a anunciar la Resurrección de Jesús. Con guitarras, cantos y oración van invitando a la gente a vivir con esperanza y alegría la Pascua del Señor.

En nuestro Centro Pastoral ya es una costumbre que el sábado anterior a la Pascua salgamos a anunciar por las calles, los trenes, los colectivos, las escuelas.

A mí, por lo general, me toca estar en el anuncio callejero que solemos hacer en la calle 14 (la calle principal de Berazategui); como toco la guitarra y nos separamos en distintos grupos, siempre es necesario que haya alguien con experiencia que vaya acompañando a los más nuevos. En el pasado, me sentía muy pobre ante la necesidad de anunciar en un lugar donde a nadie le interesaba escuchar nada, porque todos seguían en lo suyo y pasaban de largo cuando intentábamos acercarnos, por lo que este año no tenía ganas de ir. Sin embargo fui. No sé por qué, pero nunca me sentí tan expuesta sabiendo que me iba a topar con vecinos y comerciantes. Tenía que ir abriendo el paso con mi guitarra y todos los otros venían detrás.

Lo sorprendente fue que cuando salimos a la calle, éramos casi cincuenta los que cantábamos a viva voz: ¡Alégrense en el Señor en todo tiempo!… ¡Mi alabanza te pertenece!…

Y como cantábamos haciendo mucho barullo, la gente comenzó a salir de las casas para ver por los balcones quién hacía tanto ruido.

Cuando llegamos a la calle 14 los cantos retumbaban con más fuerza. En esa misma calle, tres meses antes, los comerciantes habían estado aterrorizados por temor a los saqueos, por lo que cuando escucharon ruido, salieron en seguida, con mucho miedo, para ver qué pasaba. ¡Todo parecía contra la corriente! En una ciudad donde reina el temor, la desesperanza, el individualismo y la tristeza, estábamos cantando que éramos felices y que conocíamos al Dios que podía alegrarles la vida.

Los comerciantes de las disquerías, que otros años subían el volumen de los discos que vendían para que no les estropeáramos la venta, esta vez lo bajaban para que se escuche mejor lo que cantábamos, o nos ponían como música de fondo el Ave María. ¡No lo podíamos creer!

Cuando nos separamos en grupos los que orábamos el Rosario notamos que había gente que oraba con nosotros dentro de los negocios. Nos acercamos y les preguntamos por qué intenciones necesitaban oración, para interceder por ellos.

Cantamos cantos de Iglesia que eran muy conocidos y había gente que pasaba caminando cantándolos. Otros se detenían a orar con nosotros: un hombre ebrio, una abuelita con su nieta… Cuando anunciamos la Pascua e invitamos a que se acerquen a las iglesias, gente que pasaba en moto se detenía para escuchar.

Nos encontramos con hermanos de la parroquia a la que vamos a misa que, a distancia, cantaban y nos animaban a seguir orando y anunciando en la calle, aunque no se animaban a venir con nosotros.

El afiche de la invitación al retiro de Pascua tenía una inscripción que llamaba la atención: "Salí del corralito, de la desesperanza, de los miedos, de la angustia…, encontrate con Jesús".

La gente que lo veía en la calle quedaba muy asombrada por semejante propuesta: el corralito económico era lo único que conocían, ¿de qué corralito estábamos hablando?

En mi corazón sentí que todas las inhibiciones que tenía antes de salir cambiaban por gozo, un gozo que no pasa… Feliz, por poder ser sal y luz de la Tierra, en medio de la ciudad, ¡de mi ciudad!

Me encontré con la mamá de una compañera del jardín de infantes de mis hijos que me reconoció y me preguntó qué estábamos haciendo. No tuve vergüenza de contarle y si era posible, contagiarle mi alegría.

Fuimos los protagonistas de que "en las ciudades se oirá y en las plazas cantarán ¡Glorias y Alabanzas a Dios!".

Tal vez, a la gente que nos vea le parezca loco que cada Pascua salgamos a cantar y a invitar por las calles que se acerquen a la Iglesia, pero no nos importa. Preferimos esta "locura" a la "cordura" de vivir sin Dios.

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce

Adriana N.
Cristo Vive Aleluia!
Nº 136, p. 12 (2003)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.