El peligro de los médiums

Antes de cada sesión, Adam, un médium o canalizador espiritista autodenominado "católico", va a Misa. Cuando comienza la sesión en su casa, guía a la gente allí reunida en el rezo del Rosario. En las horas siguientes se transforma en un canal para que los presentes entren en contacto y sean consolados por los espíritus de sus seres queridos difuntos. Más tarde dona una parte de los honorarios que recauda a una orden de religiosas que trabaja con los pobres de la ciudad.

Siendo que Adam combina prácticas católicas con sus canalizaciones, ¿cómo puede saberse si sus comunicaciones son o no de Dios? ¿Es permisible a los católicos en alguna circunstancia el acudir a un médium espiritista para tener contacto con los muertos?

Para llegar a responder a estas preguntas debemos ir en busca de la ayuda que encontramos en nuestra rica tradición católica sobre el discernimiento de espíritus. El discernimiento es un don espiritual y un proceso por el cual determinamos el origen de los mensajes espirituales, habilidades, estados interiores e impulsos. Es un don dado al cuerpo de Cristo para detectar si mensajes como los que recibe un medium espiritista (canalizador, espiritualista, etc), son del Maligno (Satanás), de espíritus humanos o del Espíritu Santo. Algunos médiums usan equivocadamente los términos discernimiento de espíritus como sinónimo de hablar a los espíritus de los muertos. Esto no es lo que la Iglesia entiende por discernimiento de espíritus.

El primer paso que debemos dar es llegar a tener una idea más clara de lo que intentan hacer los canalizadores, y de los medios que emplean.

Los médiums espiritistas dicen actuar como intermediarios con el mundo de los espíritus en favor de clientes que acuden a ellos buscando una guía del más allá, consuelo en su pena por la muerte de un ser querido, o una prueba de que hay vida después de la muerte. Los clientes pagan típicamente entre 50 y 3.000 dólares por una sesión de media o una hora. En ciertos casos se forma como una especie de "iglesia" no cristiana en torno a la actividad mediumnística de un individuo. Sin embargo, los médiums hoy en día tienden a trabajar en su casa, en locales y hasta en oficinas como supuestos consejeros o terapeutas. Por ejemplo, en el extremo oriental de Long Island (Nueva York) hay más de 200 médiums con consultorios de este tipo. Superan en número a las parroquias católicas de la zona en una proporción de 15 a 1.

Los médiums usan instrumentos ocultistas para comunicarse con los muertos, técnicas de magia y adivinación tales como la tabla Ouija ("la copita"), los péndulos, la escritura automática, las cartas natales, las cartas de Tarot, y otros medios de "decir la fortuna". El tal Adam mencionado al comienzo emplea casi siempre la escritura automática. Otra canalizadora espiritual "católica" llamada Sheila utiliza cristales como puntos focales de sus "poderes".

Para discernir la fuente de los mensajes canalizados debemos examinar los efectos de estas comunicaciones en tres áreas: 1) la vida personal del médium; 2) su aceptación del mensaje de la Palabra de Dios y la Iglesia; y 3) la vida de la gente que recibe y cree en esos mensajes. La Palabra establece el amplio principio de que "por sus frutos los conocerán" (Mt 7,20). ¿Cuáles son los frutos de buscar mensajes de los muertos a través de un médium?

Efectos en la vida del propio médium

Es aquí donde aparecen signos perturbadores en la historia de muchos que se dicen médiums católicos. Tomemos por ejemplo a Adam. Cuando los sacerdotes de su parroquia no pudieron satisfacer su interés en comprender sus "dones", se volcó al estudio de la astrología, la filosofía china y la religión espiritista. Sin embargo, él niega que tales pasos lo hayan llevado a prácticas ocultas como la escritura automática, o a creencias no cristianas como la reencarnación. Dice que cree en el libre albedrío: cada persona debe ser libre de decidir qué es lo mejor y más importante en su propia vida. Sin embargo, se siente compelido a hacer lo que los espíritus de los muertos le dicen que haga. Una historia que Adam siempre narra trata sobre un hijo ya fallecido que le ordenaba a él enviarle a su madre algunas flores junto con un mensaje escrito de ultratumba.

Sheila admite la pérdida de su libre albedrío en el ejercicio de sus habilidades como medium. "No tengo opción", confiesa. Se rinde a sí misma a la "entidad o espíritu" que escribe o habla a través de ella, para obtener imágenes, símbolos y palabras que compartir con sus clientes. También expresa temor porque en los últimos años estas "entidades" vienen a ella cuando lo desean, y no solamente cuando ella las invoca.

Un segundo efecto preocupante en la vida de los médiums es que no se relacionan o no pueden relacionarse con un Dios Personal capaz de comunicarse con los seres humanos. Dios llega a ser para ellos una fuerza, una luz, una energía, el todo, nosotros, los animales. Esta imagen de Dios es totalmente contraria a la Revelación cristiana.

Los médiums espiritistas parecen ser vulnerables a otras dos tentaciones relacionadas con sus "habilidades": 1) a veces usan sus talentos para silenciar a los opositores revelando algo vergonzoso de sus vidas privadas; y 2) fácilmente pueden ser inducidos a mostrar sus "dones" apelando a su curiosidad, orgullo, culpa, deseo de justificarse, o afán de ser exactos en sus mensajes.

Inmersos en el espiritismo y el ocultismo, los médiums pierden cierto grado de libertad. No pueden oír hablar de Dios. Parecen ser fácilmente inducidos a emplear sus poderes sin amor o para satisfacer su orgullo. Los efectos de la canalización en la vida de un médium parecen ser desastrosos.

Efectos en la aceptación de la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia

Sheila y Adam se autoconsideran católicos espirituales o practicantes. No obstante, cuando examinamos sus creencias descubrimos que se han apartado bastante del camino cierto. En primer lugar, han perdido contacto con la Persona y el Amor de Dios. Esto los pone de espaldas a la Palabra de Dios que revela a la persona de Dios hecha carne, Jesucristo. Ellos niegan la revelación cristiana del Cielo. La versión de Adam de la vida eterna, por ejemplo, es una fiesta con sus parientes y amigos muertos, sin la presencia personal de Dios, y donde se obtiene otra oportunidad de ganar el progreso del alma. No existe el infierno, sólo niveles inferiores u oscuros del más allá para quienes han cometido malas acciones. No hay juicio final de Dios. Serás juzgado por ti mismo o salvado por ti mismo. No existe necesidad de Jesucristo como Salvador y Señor. Descarta por innecesarias al catolicismo y las demás religiones. Dice que ha recibido revelaciones privadas del más allá (los espíritus de los muertos) sobre las religiones: "Todo va igualmente a Dios, así que ¿cuál es la diferencia? Solamente una forma distinta de expresarse". No parece necesitar de Dios, de la Biblia, o de la enseñanza de la Iglesia, y rehúsa obedecer a tales autoridades.

La tal Sheila ha establecido un sistema propio de creencias, incorporando creencias hindúes sobre la reencarnación, prácticas ocultas del espiritismo, con algo de panteísmo y animismo. Tales creencias se oponen a la revelación cristiana, y están prohibidas en la Sagrada Escritura (ver Dt 18,10-12; Lv 19,31; Lv 20,6.27) y por la enseñanza de la Iglesia.

El Santo Oficio en Roma fue interrogado repetidamente sobre el espiritismo y sus prácticas durante el surgimiento de esta religión a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Según la Nueva Enciclopedia Católica:

"No es lícito recurrir al espiritismo como medio de terapia aunque el médico piense que pueda producir posibles efectos benéficos en el paciente psiconeurótico (...) Asimismo se mantiene como gravemente pecaminoso el oficiar de médium o el consultar a uno con la intención de encontrar algo que no es conocido. Es fundamentalmente una forma de adivinación, y como tal, es contraria a la ley de Dios."

Tales prácticas son peligrosas sea o no que parezcan inocentes o piadosas, sea que uno haga preguntas a los espíritus o que simplemente esté como observador. Aún cuando algunos proclamen que nada tienen que ver con los demonios o Satanás, la concentración en los mensajes de espíritus de humanos fallecidos termina por sacar del centro de la persona a Dios en Jesucristo con el poder del Espíritu Santo.

Ser un médium espiritista destruye la propia fe católica. Tarde o temprano el médium pierde la fe en un Dios personal, el Cielo, el infierno, el Juicio, la salvación, el carácter único de Cristo, la revelación cristiana o la autoridad de la Iglesia y su enseñanza. Cualquiera que acuda a tal persona en busca de consejo o terapia fácilmente será infectado por la misma enfermedad espiritual.

Efectos de los mensajes en la vida de los oyentes

Hay que observar los efectos adversos de estos mensajes en quienes los reciben. En primer lugar, existe un proceso de duelo que es natural e importante para dejar partir a nuestros seres queridos fallecidos. El contacto continuado con parientes o amigos que han muerto muestra que este proceso de duelo ha sido quebrado. No se puede seguir viviendo positivamente tras perder un hijo querido, por ejemplo, si en cualquier momento el espíritu de ese niño nos envía flores y un mensaje a través de un médium espiritista.

En segundo lugar, la experiencia de las familias de duelo ilustra múltiples tentaciones de quedar fijado en la persona del médium y a tornarse demasiado dependientes de él o ella. Vuelven una y otra vez al médium para asegurarse de que el ser amado se encuentra bien. Las posibilidades de que el médium consciente o inconscientemente manipule la relación son aterradoras.

¿Los católicos pueden consultar a un médium?

El espiritismo es una religión no cristiana. Quienes participan en estas sesiones están abriendo su mente y corazón a una forma de religión que se opone a la revelación cristiana en la Palabra de Dios, la tradición y la enseñanza de la Iglesia Católica. Los autodenominados "médiums católicos" pueden ser sinceros, bien intencionados y comprensivos, pero sin embargo están sinceramente equivocados. Se han apartado demasiado de la enseñanza cristiana y católica como para acercar a la gente a Dios. Si Ud. se relaciona con un médium espiritista, católico o no, está poniendo en peligro su fe y su salud emocional. ALTO! Si está pensando en visitar a uno, NO VAYA!

Más bien vuélvase a Jesucristo. Busque la ayuda de un director espiritual católico reconocido, para saber cómo puede escuchar a Dios hablando a su vida y de sus seres queridos fallecidos. Busque sólo la voz del Espíritu Santo, no la de un espíritu humano entre los muertos. Protéjase a sí mismo de terminar cayendo en un camino interior que muchas veces acaba en la tentación, la desintegración moral y emocional, y aún la influencia diabólica.

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce


John J. Boucher
Cristo Vive Aleluia!
Nº 92, p. 28 (1994)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.