Espíritu Santo,
Amigo nuestro, Amigo Santo
que nos llevas a la santidad:
profundiza nuestra interioridad
para que experimentemos
el amor de Dios en nuestro corazón.
Concedenos
someter nuestra naturaleza
al Seńorío de Jesús
y al orden de su caridad,
y realizar siempre y con alegría
la voluntad santa y santificadora del Padre.
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Defendenos
de la astucia del Maligno
con tu discernimiento y sabiduría,
y danos anunciar la salvación de la Vida nueva
con los signos de tu poder carismático.
Hacenos testigos de Jesús
hasta los confines de la Tierra y de nuestra vida,
para que un día
—impulsados eternamente por Vos
y en la unidad de todo el Pueblo de Dios—
podamos cantar las alabanzas sin fin
de nuestro Padre y Dios
en su Hijo Jesucristo,
con María y todos los santos.
Amén.
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