Tanto para
la sociedad
como para
la Iglesia
y las familias,
es muy importante que existan
varones
de carácter auténticamente masculino

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 28
 

Jesús, el Hombre Nuevo

Jesucristo, Dios hecho hombre, el totalmente renovado por el Espíritu, el Siervo de Dios, el Testigo fiel, es modelo de masculinidad para todos los varones. En Él, Dios ha querido revelarnos cómo han de ser sus hijos. Todo el camino del discípulo consiste en asemejarse y dejarse transfigurar en Cristo.

¿Cuáles son los rasgos del hombre nuevo que revela Jesús?

1) El hombre nuevo asume su vida directamente; no se evade ni es inconsciente

Trata siempre de ver las cosas como son, haciendo juicios objetivos en base a hechos reales. Se concentra en lo existente, dentro y fuera de sí mismo, sin fijarse lo desagradable o difícil que pueda ser. Para esto ha de tener bien desarrollada su identidad.

2) El hombre nuevo puede salir de sí al encuentro de los demás

Sabe tratarlos con amabilidad y atención. Está abierto a los demás desde la fe (como recibía Jesús a todo el que acudiera a Él, fuese fariseo, prostituta o endemoniado). No necesita ser dominante; su misma fuerza e integridad interiores le permite dejar que los demás sean ellos mismos.

3) El hombre nuevo es decidido. Dirige su vida hacia una meta, a pesar de los obstáculos

Actúa con un propósito y un rumbo definido. Puede concebir y ejecutar un plan de acción, ya sea para realizar un negocio o una tarea científica, cultivar una relación profunda con su esposa e hijos, o perseverar en la oración. Recibe con agrado los consejos, y persevera decidida y constantemente hacia la meta que ha elegido.

4) El hombre nuevo es valiente y tenaz

No sólo para dominar el mundo exterior; también para atravesar la noche oscura del alma, enfrentarse al mundo interior o luchar contra las fuerzas del mal se requiere valor, fortaleza, paciencia y persistencia. Aquella fuerza interior del valor que es la tenacidad es cualidad esencial del hombre nuevo.

5) El hombre nuevo tiene sentimientos profundos y auténticos

Los grandes hombres poseen gran profundidad de sentimientos y no temen manifestarlos en el momento apropiado. Ser varón no quiere decir ser insensible, sino tener la capacidad de asumir las dificultades a pesar de los sentimientos de ansiedad o debilidad.

Sin embargo, en el hombre los sentimientos están atemperados por el entendimiento y la mente racional. Si le faltase una buena capacidad de razonamiento no podría desempeñarse; hace falta una mente desarrollada para conducir a los demás.

6) El hombre nuevo aprecia lo femenino y sabe valorar la influencia que sólo una mujer puede ejercer

Admite que un mundo puramente masculino sería una aberración. Tiene la humildad de reconocer que para ser íntegro necesita del amor, el afecto, la comprensión y la relación con la mujer. Está seguro de su virilidad y nunca desprecia a las mujeres ni es arrogante con ellas.

   

Estos son los rasgos esenciales de carácter que los hombres deben desarrollar para alcanzar su plena realización personal y social. Necesitan tomar con firmeza las riendas de su vida, obrando con celo y sabiduría en todos los aspectos de la misma.

Los hombres de esta clase son buscados por su fortaleza, sabiduría y capacidad de liderazgo. Sus hijos los respetan y claman por su tiempo. Sus esposas son libres de desarrollar su propia feminidad. Tanto para la sociedad como para la Iglesia y las familias, es muy importante que existan hombres de carácter auténticamente masculino. Estos son capaces de asumir la responsabilidad de conducir un grupo; trabajar con otros hombres, ejercer la autoridad y la disciplina, llevar a un grupo hacia lo que debe llegar a ser, y protegerlo de toda adversidad.

En síntesis, el hombre nuevo es:

decidido a dejarlo todo por seguir a Jesús, dedicándole todas sus energías y talentos.

firme y leal al Señor y a su Pueblo, a pesar de las contradicciones.

hombre de oración: le rinde a Dios la alabanza que Él merece.

celoso de las cosas de Dios y de que su Voluntad se cumpla en el hogar, la comunidad, el país, etc.

colaborador activo en la tarea de transformar el mundo para gloria del Creador, mediante su trabajo y profesión.

obediente al Señor y a sus pastores.

Leer: 1 Tim 2,8; 3,1-5; 5,1-2; Tito 2,6-8; 1 Pe 3,7.

Carlos

Carlos E. Yaquino,
Cristo Vive Aleluia!
Nº 28, p. 10 (1981)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.