El Señor puso en
nuestros corazones
el deseo de
«hacer a la Iglesia del siglo XX
cada vez más apta para anunciar
el Evangelio
a la humanidad
del siglo XX»

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 3
 

PRIMER "CURSILLO DE EVANGELIZACIÓN"

Anunciando el Evangelio

«El esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo … es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad» [1].

Con tales palabras comienza Pablo VI su reciente documento sobre la evangelización. Está dado en el X aniversario del Concilio Vaticano II, y un año después de la III Asamblea General del Sínodo de los Obispos. Representa la esperanza del Pueblo de Dios puesta en que el Papa dé «un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización, en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y el poder perennes de Pentecostés» (EN 2).

En la perspectiva de este documento eclesial, sentimos confirmada la gracia de nuestro reciente Cursillo de Evangelización. El calor de enero vio reunidos a cuarenta y dos universitarios en una convivencia cristiana de vida y formación. Villa Ocampo nos acogió con la sombra de sus árboles, la frescura de su pileta, la bondad servicial del P. Gastón y la presencia del Señor hecho comunidad de hermanos.

El Papa se pregunta: «¿Qué eficacia tiene en nuestros días la energía escondida de la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre? ¿Hasta dónde y cómo esta fuerza evangélica puede transformar verdaderamente al hombre de hoy? ¿Con qué métodos hay que proclamar el Evangelio para que su poder sea eficaz?» (EN 4).

Y creemos que la Convivencia de Evangelización ha sido un modo de responder a esos interrogantes de Pablo VI.

No es posible describir la lluvia de gracias recibidas personal y grupalmente en esos 13 días de Cenáculo. El Señor puso en nuestros corazones el deseo de «hacer a la Iglesia del siglo XX cada vez más apta para anunciar el Evangelio a la humanidad del siglo XX» (EN 2).

Jesús se manifestó como EL SEÑOR de la Convivencia. Y gestó, en esos días, la nueva realidad de los grupos de Belgrano y Flores, hechos "Comunidad Universitaria de Evangelización". El Espíritu nos dejó el anhelo de "predicar el Evangelio como Comunidad" y de "perfeccionar el amor fraterno para recibir, desde él, a los hombres".

Se confirman las palabras de Pablo VI: «Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, mediante tal acogida y la participación en la fe, se reúnen pues en el nombre de Jesús para buscar juntos el Reino, construirlo, vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora» (EN 13).

La experiencia de su Pascua y de la oración en el Espíritu que el Señor nos ha regalado a lo largo de estos años, ha decantado en la gracia de recibir el Anuncio del Evangelio. Y ahora sabemos que "el permanecer en Espíritu es una gracia para anunciar el Evangelio".

«Sí —dice el Papa—, este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser reemplazado. No admite indiferencia, ni sincretismo, ni acomodos. Representa la belleza de la Revelación. Lleva consigo una sabiduría que no es de este mundo. Es capaz de suscitar por sí mismo la fe, una fe que tiene su fundamento en la potencia de Dios (cf. 1ª Cor 2,5). Es la Verdad. Merece que el apóstol le dedique todo su tiempo, todas sus energías y que, si es necesario, le consagre su propia vida» (EN 5).

"El Cursillo nos ha provocado la apertura de la mente y el corazón al Evangelio" —exclamaba alguien. La conciencia de una nueva fidelidad ha sido creada en nuestro interior: ¡Aleluia!

CRISTO VIVE. Y ahora estamos ciertos de que "en Cristo somos un punto de partida nuevo para el mundo". Bendito sea "el amor del Padre que dignifica la fraternidad y cambia los rumbos del mundo".

P. Ricardo
Cristo Vive Aleluia!
Nº 3, p. 2 (1976)

[1] El documento de Pablo VI al que hacemos referencia se titula Anunciando el Evangelio (Evangelii Nuntiandi), y fue publicado en L'Osservatore Romano del 21/12/75.

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.