MANIFESTACIONES MARIANAS

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La Salette

La aparición de María en La Salette, Arciprestazgo de Corps (Francia) ocurrió en las altas montañas de los Alpes el 19 de setiembre de 1846.

Vista de los Alpes desde La Salette, Francia


Es una de las apariciones marianas ya reconocidas por la Iglesia universal, y León XIII decretó la coronación canónica de nuestra Señora de La Salette en 1879. María se apareció a dos pastorcitos:

Melanie, de 14 años Maximino, de 11 años

Melanie (14 años) y Maximino (11 años).

Los niños vivían en un caserío de pastores, un lugar remoto que requería de grandes sacrificios para llegar.

Caminaban con sus ganados una considerable distancia cuesta arriba.

Se habían conocido el día anterior y jugaban a recoger flores y piedras para hacer un "paraíso", una pequeña casa cuyo techo era una sola piedra ancha cubierta de flores.

El día de la aparición, estaban en una colina y luego de escuchar el toque del Ángelus

y almorzar se echaron a dormir, mientras las vacas pastaban cerca de ellos. El siguiente relato de la aparición está tomado de los escritos de Melanie (21 de noviembre de 1878).

"Habiéndome despertado y no viendo nuestras vacas, llamé a Maximino y trepé el pequeño montículo. Desde allí observé que nuestras vacas estaban echadas tranquilamente y volví a bajar al tiempo que Maximino subía la misma cuesta. De pronto vi una hermosa luz, más brillante que el sol y apenas pude articular estas palabras: 'Maximino, ¿ves aquello?'. Al mismo tiempo dejé caer el cayado que tenía en la mano. Yo no sé qué impresión deliciosa tuve en ese momento, pero me sentía como atraída, dominada por un gran respeto pleno de amor, y mi corazón hubiera querido correr más de prisa que yo.

La Señora sentada con la cabeza entre las manos

"Miré fijamente esa luz que aparecía inmóvil, y como si se hubiera abierto, vi otra luz mucho más esplendorosa que se movía y en medio de ella a una bellísima Señora sentada sobre nuestro 'paraíso', con la cabeza entre las manos.

"Esta bella Dama se levantó, cruzó a medias sus brazos, observándonos y nos dijo: 'Acérquense, hijos míos, no tengan temor, estoy aquí para anunciarles una gran nueva'.

"La Señora dice: 'Si mi pueblo no quiere someterse, me veré forzada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más".

María se refiere a aquellas cosas que son motivo de pena para ella y su Hijo: no respetar el séptimo día y la utilización del Nombre de Dios para jurar o maldecir. Habla en francés, pero como los niños no parecen seguirla, comienza a hablarles en patúa (el dialecto regional).

María le da un mensaje secreto a cada uno, que Melanie y Maximino escribirán más tarde. Melanie no deberá hacerlo público hasta 1858 (doce años después, el año de la aparición mariana de Lourdes), como respuesta agradecida a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María.

También en francés le da la Regla de una nueva orden religiosa. La Virgen termina su discurso en francés encomendándoles que digan todo al pueblo. Se alejó desapareciendo de su vista.
Los niños no sabían quién se les había aparecido ya que la Señora no había dicho su nombre.

Acérquense, hijos míos, no tengan temor

Ellos no afirmaron que fuera la Virgen hasta que lo dijo el párroco de La Salette.

Al caer la tarde, recogieron su ganado algo antes que otros días y lo llevaron a la aldea. Cuando más tarde contaron lo sucedido estaban convencidos de que todo el pueblo había visto la gran luz en la montaña. El párroco al escuchar el relato, conmovido por la aparición, exhortó a los aldeanos a no trabajar los domingos. Lo mismo sucedió con el alcalde del lugar y varias personas que escuchaban el relato de los pastores. No pasó lo mismo con el padre de Maximino, quien sólo le creyó cuando visitó la colina y fue curado de su asma milagrosamente.

Los videntes describen a la Señora dando los siguientes detalles:

"Está muy apenada. Es muy alta y bien proporcionada, como muy ligera, majestuosa, impone rasgo y atrae. Sus ojos dulces, de mirada penetrante, parecen hablar. Su vestido blanco plateado, luminoso; sobre su cabeza un velo de tisú le cubre el cabello y las orejas. Encima, una corona bellísima formada por

De la corona salen hacia arriba unos ramos de oro y brillantes

rosas de diversos colores. Las flores se van cambiando y despiden rayos de luz. De la corona salen hacia arriba unos ramos de oro y brillantes. Rodean al cuello, como collar, dos cadenas, una más corta formada por anillos, otra más larga ancha junto a la cual se ve una guirnalda de rosas.

"La cadena más corta tiene colgado un crucifijo, la cruz de oro y el Cristo de color natural, resplandeciente, cerca de un extremo de la cruz había un martillo y del otro unas tenazas. Lleva también un delantal atado a la espalda, no dorado. Los zapatos son de un blanco plata, con broche de oro y rosas. Lo que más recalcaron los videntes eran los rayos que despedía; la intensidad de la luz, mayor que el sol pero que no enceguece.

Gracias a la intervención del octogenario obispo de la diócesis de Grenoble, Mons. Filiberto Bruillard, el 2 de diciembre de 1846, Melanie y Maximino fueron internados en el colegio que tenían en Corps las religiosas de la Providencia. En el mismo mes nombró dos comisiones para que por separado, investigasen e informasen sobre la aparición. A los cinco años, aprobaba la aparición con una carta pastoral. Por pedido del papa Pío IX, Maximino y Melanie escribieron el secreto en 1851. Sin embargo, el secreto no fue divulgado en ese momento.

La vida posterior de los dos videntes pareciera llena de contradicciones. Maximino, ingresa en el seminario pero no llega a ordenarse sacerdote. Tiene un altercado con san Juan María Vianney (el cura de Ars) que dificulta la credibilidad de la aparición de María. Pasa por diversos estudios y trabajos. Fallece en Corps en 1875.

Por su parte, Melanie itineró por varias congregaciones religiosas. Es cuestionada por obispos de diferentes diócesis con motivo del Secreto que finalmente revela en 1860. Fallece en Italia en 1904.