El Dios de la vida

Les quiero contar un pedacito de nuestra historia familiar, de la cual doy testimonio del amor y el poder de Jesús. Con Alejandro nos casamos en 1992 y a fin de ese año quisimos tener un hijo. A finales de noviembre quedé embarazada. A los tres meses de embarazo comenzaron las dificultades. Una hemorragia me llevó a estar tres días internada en el hospital, luego dos meses de reposo en casa en Devoto y otros tres en casa de mi suegra. Mientras tanto con mi comunidad de oración íbamos pidiéndole al Señor por esta vida que se iba gestando en mi vientre, confiándosela a Él día a día.

Los médicos nos comunicaron que la criatura podría tener problemas neurológicos y que no sabían si en esas condiciones llegaríamos a los cinco meses de embarazo. A pesar de estos datos de la realidad, mi comunidad siguió orando por nosotros, perseveró con paciencia e insistencia al Dios de la vida.

Así llegamos a los ocho meses de embarazo, y se produce el parto. Nace Nicolás y mi corazón estaba ansioso por abrazarlo, tocarlo, y darle mil besos, juntos habíamos atravesado semejante prueba. Pero para que sucediera esto debí esperar seis días más.

Apenas nació le costó respirar por sí mismo y le colocaron un respirador artificial.

Ahí continuamos orando y agregamos la oración del rosario frente a la incubadora que ahora lo cobijaba. Imploré a María, que es Madre como yo, que intercediera por él. Y en una de esas oraciones nosotros mismos bendijimos a nuestro hijo con agua bendita, haciéndole la señal de la cruz en su frentecita. Gesto que luego repetiría con insistencia imponiéndole las manos y orando sanidad sobre él.

Unos días después una persona de mi comunidad recibió en su corazón una palabra del Señor donde decía: «En el Nombre de Jesús hay victoria en los pulmones de Nicolás y la vida es un don para él». Ese mismo día, los médicos lo sacaban del respirador, y pude tenerlo entre mis brazos totalmente sano.

Hoy Nicolás tiene casi tres años y hace todo lo que un nene de su edad hace: mucho lío. Pero soy feliz. ¡Gloria y alabanza a la Victoria de nuestro Señor Jesucristo!

Rosana C.
Cristo Vive Aleluia!
Nº 100, p. 14 (1995)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.